27 de mayo de 2024
La Pachamama para los habitantes de los Andes, significa la Madre del Mundo (Pacha: mundo y mama: mamá), y es un espíritu sagrado, un ser vivo, que late y que necesita ser cuidado. En otras comunidades es conocida como Gaia, o el Logo Planetario. La naturaleza es vista como una deidad proveedora, poderosa y sabia. Ella nutre y sustenta. Es un símbolo de fertilidad y de siembra. Provee, el alimento, medicina, limpia nuestro aire, entre otras muchas cosas, creando un hogar para el ser humano y para los animales. La Madre Tierra es una consciencia universal de inteligencia. Con un profundo respeto, estas culturas de Sur América rinden homenajes hermosos en diferentes fechas del año a nuestra Pachamama, en ceremonias llenas de flores, de aromas, de cantos y bailes en su honor. Le ofrecen los mejores regalos y presentes. De esta forma el hombre se comunica con esa energía, y lo más maravilloso es que la naturaleza responde. Eso es lo que hacen los chamanes, escuchan sus consejos, oyen sus sonidos y logran identificar fenómenos atmosféricos que normalmente no son visibles. Lastimosamente con la modernidad y las grandes ciudades de cemento, nosotros perdemos poco a poco la energía vital de la Pachamama, anticipando nuestro envejecimiento, las enfermedades, el cansancio crónico y por ende la alegría de vivir. Esta situación se presenta a nivel mundial, y lo que produce es que nuestra Madre Tierra se manifieste con algunos movimientos, temblores, volcanes, entre otros, solo como defensa ante la indiferencia de los humanos. Recordemos que hay espíritus, que, aunque no los veamos con nuestros cinco sentidos, existen. El mundo sutil de la naturaleza contiene algunos de ellos que trabajan en cuidarla, como las ondinas, los gnomos y las hadas. Cualquier sentimiento o acción nuestra de cariño hacia esos seres, o un ritual realizado desde el corazón, la Madre Tierra nos lo devolverá con amor y luz, llenándonos de una frecuencia y de una paz maravillosa. Volvámonos observadores conscientes. Detengámonos a ver, sentir y escuchar. La naturaleza es tan sabia, que nos ofrece todos los recursos para que, nosotros, podamos transcender desde su contemplación e inmersión. Si tenemos esta sensación de “búsqueda del alma”, podemos crear una experiencia espiritual del contacto con la naturaleza. Descalcémonos, pisemos la tierra directamente, ya que esta es la piel de Gaia. Todos somos hijos del padre sol, quien nos brinda prana, y de la Madre Tierra, quien nos da energía telúrica o kundalini, la cual sube por nuestra columna. Al cargarnos con las dos vibraciones, estas convergirán, llegando al chakra del corazón, generando en nosotros una toma de consciencia y creando un campo energético tan mágico, que nos permitirá hacer milagros, recordar eventos de vidas pasadas, eliminar larvas astrales que tengamos en nuestra aura, entre otras cosas. Lograr esta mezcla de frecuencias vitales, nos ayudará a potencializar nuestra creatividad, nuestra salud y nos brindará una paz total. Seamos amorosos con la Tierra, ya que es un ser vivo. Crea un hermoso jardín exterior o llena tu casa de plantas y dales todo tu amor.